Martes de mala suerte

Sí, digamos que si. Se me quedaron las llaves dentro y tengo que esperar un par de horas. La distracción me ocupo y las olvide, mis llaves, cosa que nunca sucedía. Creo que con el paso de lis años el deterioro se hace evidente. Ya a esta altura del partido han aparecido una serie de signos inequívocos de vejez. Podría enumerar, pero aun en el anonimato guardo algo de pudor. Queda esperar, pero eso es algo que me genera estados displacenteros.

Señalar que tengo hambre y que quizás podría estar haciendo algo para ocupar el tiempo de espera. Ya aparece algo de viento y disminuye la luz y yo sigo esperando porque no me gusta recorrer la ciudad solo. No hay mucho que recorrer pero podría refugiarme en alguna actividad, por ejemplo, mirar tiendas, caminar, observar a las personas. Un ocioso debe tener in plan de batalla contra emergencias de este tipo.

Todo cambio con algunas modificaciones a mis rutinas. Solía tener todo junto y al separarlo, corría este riesgo. Los cambios pueden generar bienestar pero también producen caos. Confirmo, por lo tanto, que la vía segura es la correcta. No soy hombre de riesgos. He cometido un par de estupideces que no han traído beneficio, por lo que decreto volver a tener todo en un mismo lugar.

Las variaciones permiten ampliar el criterio, los gustos, las vivencias. Las metáforas cotidianas me indican que qué sentido tiene dividirse, expandirse. Caminos conocidos llegan a metas conocidas.

Debí haberlo pensado antes.

Saludos pigs…