El curso de las cosas

Persisto en la idea.

No es nueva. Es algo que sentimos algunas veces frente a las consecuencias. Ustedes tienen Did vidas ordenadas, estables, conocen lo que sigue y lo que deben hacer a diario. Es lo que han elegido y de alguna forma les gusta y trae estabilidad y algo de felicidad. No es que vivan en perfección, pero están contentos. Hacen lo que les gusta, tienen hijos, trabajo, viajan, siguen una rutina, los fines de semana se reúnen con sus amigos y el domingo descansan. Despiertan tranquilos y el entorno les sonrie.

Tienen espacios de libertad. Cumplen algunos sueños. A veces leen algo, están informados. Tienen ideas acerca de la sociedad actual, las comparten con sus amigos, miran a los ojos a las personas; hablan por teléfono con sus conocidos y se acompañan por ellos. Recuerdan a sus padres y hermanos y los llaman, les escriben y están comunicados.

Llegan temprano a sus trabajos, comparten un café y fuman junto a sus compañeros. Se ríen por lo menos una vez al día y llegan cansados a sus casas. Algunos se llevaran algo para avanzar a sus hogares, otros llegan cansados, prenden la tv y se dejan hipnotizar. Se alimentan y duermen temprano. Esperan el jueves para reunirse con conocidos y salir a beber un par de tragos y reírse de anécdotas repetidas.

Pasan las llaves.

O puede que no hagan nada de lo descrito. Que sus rutinas sean diferentes. Pero están felices. Lo que no implica exentos de problemas; no obstante tranquilos eligiendo el curso de las cosas. Pueden elegir, no importa el resultado: quizás afortunado o poco feliz. No importa. Hay una elección.

Pero de la nada se escucha un «crac». Y es en ese momento en el que logran entender al resto.

A esos que son como yo.